ARTE ROMÁNICO
CONTEXTO HISTÓRICO
- Periodización (Cronología): Siglo XI (formación del estilo); Siglo XII (Plenitud); Siglo XIII (Etapa final del Románico- Tardorrománico-, coexistencia con el Gótico).
- Ámbito geográfico: Primer Estilo Internacional europeo (la Cristiandad de Europa Occidental).
Las circunstancias históricas que explican el desarrollo de este primer estilo internacional son las siguientes:
· - El final de las invasiones normandas (vikingos) y la estabilización de Imperio árabe en Occidente (desintegración del Califato de Córdoba y aparición de las Taifas, expansión cristiana hacia el sur de la Península Ibérica), hará posible el restablecimiento de la paz en el mundo cristiano occidental, necesaria para una cierta revitalización económica. La roturación de nuevas tierras, el crecimiento demográfico y la superación de los “Terrores del año Mil” (la llegada del fin del mundo), van a facilitar esta nueva eclosión constructora y artística a partir del siglo XI.
· El desarrollo del sistema feudal (Feudalismo): el mecenazgo artístico de la Iglesia y de la Nobleza. Si la tierra es la principal fuente de riqueza en el mundo feudal, sus poseedores son el verdadero poder económico y político de la época. Por eso el románico es un arte rural.
· La expansión de las órdenes religiosas, como la Orden Benedictina (con su ideario del “Ora et Labora” que se desarrollará a partir de la Abadía de Cluny): expresión del poder económico de los monasterios y cauce para la difusión de las nuevas soluciones arquitectónicas y plásticas. La Iglesia católica monopolizará la mayor parte de la cultura. Es fácil deducir que la fe estaba por encima de cualquier pensamiento racional y que los centros culturales estaban vinculados a ella. Éstos eran fundamentalmente los monasterios, ya que las primeras universidades no aparecerán hasta el siglo XII.
· El auge de los caminos de peregrinación y de las peregrinaciones relacionados con el culto a las reliquias y la difusión del nuevo estilo y la cultura románica. Peregrinaciones a Tierra Santa (Jerulalén), pasando por Roma; las de Santiago de Compostela, para rendir culto a las reliquias del Apóstol. Esta fe en las reliquias de los santos ayudaba a la gente a liberarse, a veces, de su triste existencia y a ganarse un puesto en el más allá. En estos caminos se situaban multitud de iglesias y monasterios que conservaban como un preciado tesoro restos de los cuerpos de los santos que satisfacían el “hambre de reliquias” padecida por las personas de aquellos tiempos. Los ensayos y formas arquitectónicas pasan pronto de un territorio a otro a través de las cuadrillas de canteros volantes, lo que explicará la unidad estilística del románico a pesar de las notables diferencias regionales.
· Las cruzadas, que permiten el contacto con las culturas del Mediterráneo Oriental (arte bizantino, islámico, etc.). Fueron impulsadas por la Iglesia como un medio para ampliar el poder de los reinos cristianos sobre los territorios de Oriente.
· La reforma Gregoriana, que impuso un mismo criterio litúrgico en toda la Cristiandad Occidental. Desde el año 1054, en que se produce el Cisma de la Iglesia, la Cristiandad se fractura. Occidente y su capital, Roma, se convierten en el núcleo político y espiritual del Papado y de la Iglesia Católica. Constantinopla y el Imperio Bizantino serán el ámbito de la Iglesia Ortodoxa.
· En conclusión: el Románico nació en Europa Occidental aproximadamente allá por el siglo XI; presenta una gran variedad de estilos regionales e incluye elementos de los estilos cortesanos que lo preceden (prerrománico), del clasicismo tardío, del Paleocristiano y del arte bizantino, así como influencias islámicas y del legado celta-germánico.
Lo que amalgamó todos estos elementos dispares en un estilo coherente a partir de la segunda mitad del siglo XI fue la confluencia de todos esos factores que hemos mencionado anteriormente, y que acabaron estableciendo el triunfo y la hegemonía del Cristianismo en todos los territorios de la Europa Occidental.
Es este contexto histórico en el que hay que entender el surgimiento de un estilo que adquirirá una clara función didáctico-cristiana de glorificación o temor a Dios. En definitiva, un arte que hablará de las verdades eternas de la fe y de la esperanza en el más allá, puesto que en el más acá (en el mundo terrenal) la vida era muy dura para la mayor parte de esa población rural, campesina y analfabeta que conocerá las principales manifestaciones del arte románico y que constituía, de largo, la inmensa mayoría de la sociedad medieval.
ARQUITECTURA ROMÁNICA. CARACTERÍSTICAS GENERALES
Parte de la arquitectura prerrománica y de aportaciones bizantinas y orientales . El miedo a los incendios y una mayor disponibilidad económica explican la desaparición de las cubiertas de madera, al menos en las obras de importancia. Los edificios serán, en general, de piedra desde los cimientos hasta las cubiertas, se generaliza el uso de bóvedas cuyo peso va a determinar la estructura de la obra.
Es una arquitectura fundamentalmente religiosa (iglesias, monasterios), aunque también encontramos arquitectura civil (castillos, palacios).
Los materiales: se usa preferentemente la piedra, en muros de sillería, y el ripio. El uso de la piedra como material constructivo, debemos relacionarlo simbólicamente con la búsqueda de una arquitectura perdurable (perdurabilidad) en el tiempo y con el carácter eterno de la religión cristiana.
Soportes: el muro es, además de elemento de cierre, el principal soporte tectónico que recibe el peso de las pesadas bóvedas de piedra de la cubierta; esto determina su grosor y su carácter macizo, por lo que apenas se abrirán vanos y éstos serán abocinados. Se refuerza con estribos o contrafuertes exteriores que se corresponden con los tramos y arcos fajones del interior. Como soportes exentos se emplean el pilar románico y la columna.
El pilar románico presenta sección cuadrada o rectangular y en sus frentes se adosan semicolumnas que recogen el peso de los arcos fajones (volteados en sentido transversal al eje de la nave) y formeros ( volteados en sentido longitudinal al eje de la nave), y cuya función principal es la de reforzar las bóvedas. La evolución natural del pilar románico tendió a la complejidad a medida que se iban adosando columnas o pilastras. Aparecerán pilares cruciformes, poligonales, etc. (Ver libro de texto).
El otro gran soporte exento empleado es la columna sin proporción ni órdenes clásicos, utilizada preferentemente en criptas, pórticos y claustros. Consta de basa, fuste generalmente liso, y capitel muy desarrollado, troncocónico o troncopiramidal con decoración vegetal, historiada o geométrica.
Además, debemos destacar que todo el edificio románico se asentaba sobre robustos cimientos, que constituían el primer elemento tectónico implicado en el sistema de soportes de todo el conjunto abovedado. Los cimientos solían ser tan profundos que permitían la construcción de criptas o iglesias subterráneas bajo el ábside.
Se utiliza el arco de medio punto.
Cubiertas: El sistema de cubiertas característico evoluciona desde las primeras techumbres de madera hacia las bóvedas de piedra. El tipo más empleado es la bóveda de cañón generalmente reforzada con arcos fajones en la nave central , bóveda de arista por tramos en las naves laterales y en la girola, y cúpula, linterna o cimborrio (construcción elevada sobre el crucero, que habitualmente tiene forma de torre de planta cuadrada u octogonal y que puede ir rematada por un chapitel) para cubrir el crucero, apoyados sobre pechinas (son 4 triángulos curvos que soportan una bóveda generalmente semiesférica y que sirven para pasar de la planta cuadrada del espacio del crucero a la circular de la bóveda) y más frecuentemente sobre trompas (estructura triangular rematada en forma de bovedilla que sirve para achaflanar las esquinas y sustentar las cúpulas que tienen base poligonal. Sirve para pasar del espacio cuadrado del crucero al octogonal de la cúpula). Los ábsides se cubren con bóvedas de cuarto de esfera.
Son edificios oscuros en los que predomina el macizo sobre el vano. En ellos domina la horizontalidad, subrayada por la decoración; sólo las torres rompen este ritmo.
Las torres: También la torre es un elemento consustancial al estilo románico. La torre es campanario, pero es también símbolo del vínculo entre los hombres y Dios, así como testimonio enhiesto del poder de la Iglesia, visible así desde cualquier punto del entorno. Suelen situarse flanqueando la fachada, pero también en el centro del crucero, en los extremos de los brazos del crucero, flanqueando el ábside, etc. Sus formas pueden ser variadas: cuadradas, normalmente en las fachadas; octogonales, normalmente en el centro del crucero; o circulares, habitualmente más pequeñas, y que suelen localizarse en las fachadas o las cabeceras.
Fachadas: Las fachadas, tanto a los pies de las naves, como en los extremos de los brazos del crucero, suelen enmarcarse por las torres, y concentran los principales programas ornamentales del edificio.
En general, las portadas, sobre todo las occidentales (de acceso a las naves), reflejan en su estructura y disposición la propia organización del espacio interior del edificio (el número de naves, la mayor altura de la nave central sobre las laterales, sus divisiones en altura, etc.). Las portadas suelen tener formas abocinadas (rehundimiento progresivo del arco que las conforma), al igual que los vanos del edificio. Ello es debido al grosor de los muros. Cada uno de los tramos rehundidos del arco recibe el nombre de arquivolta (arcos concéntricos con molduras que van reduciendo el ancho de la abertura del vano). (Para más información sobre las partes de la portada románica como soporte principal de la decoración escultórica, ver apartado del libro de texto dedicado a la escultura, así como las fichas 54, 55 y 56 del dossier ).
Los claustros: Son muy característicos de la arquitectura románica. Se trata de patios adosados al templo en torno a los cuales se construye una galería cubierta y sostenida por arcos de medio punto que descansan sobre columnas generalmente pareadas. En los capiteles de los claustros románicos encontraremos relieves escultóricos de variada temática: son los famosos capiteles historiados románicos (ver escultura ).
Plantas: Como planta más común se elige la de mayor tradición en Europa, sobre todo en el campo religioso: la planta basilical, con transepto o nave crucero, destacado o no en planta, cabeceras de ábsides semicirculares y, en ocasiones, pórticos a la entrada. Progresivamente, este modelo de planta basilical irá agrandando el transepto o nave crucero hasta configurar la planta de cruz latina, característica prácticamente de toda la arquitectura medieval. También, el fenómeno de las peregrinaciones afectará a la evolución de las plantas, obligando a la construcción de girolas o deambulatorios (pasillo que rodea la parte trasera del presbiterio o coro. Suele ser prolongación de las naves laterales en las iglesias de tres naves.) , que permitieran el tránsito de los fieles, y a la multiplicación de capillas y altares que permitieran a su vez duplicar los oficios religiosos. Además, y aunque resulte poco habitual, también podemos encontrar iglesias de planta centralizada, normalmente circular u octogonal. Ejemplos en la Península: La Vera Cruz (Segovia) o Torres del Río y Eunate (Navarra).
Decoración: puede ser figurativa, aparece sobre todo en capiteles, portadas y canecillos; y vegetal o geométrica, dispuesta tanto en el interior como en el exterior, organizada en bandas horizontales (subrayando frecuentemente la línea de impostas). Motivos muy utilizados son: arquillos ciegos, lesenas o bandas lombardas, almenillas, entrelazados, baquetones en zigzag, billetes, besantes, clavos, ajedrezado, dientes de sierra, puntas de diamantes, medias bolas (ver fotocopia que os entregué)...
TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS (EDIFICIOS MÁS FRECUENTES):
La iglesia. Suele presentar planta basilical o planta de cruz latina aunque también hay ejemplos de planta central. Las basilicales tienen una o varias naves longitudinales, nave de crucero (transepto) sobresaliente en planta ( a veces articulada en tres naves) y cabecera. En el crucero se levanta el cimborrio o linterna. La cabecera se resuelve mediante ábsides semicirculares que se corresponden en número con las naves longitudinales; en las iglesias llamadas de peregrinación tenemos, sin embargo, cabeceras con girola o deambulatorio y capillas radiales.
En cuanto al alzado cabe destacar que cuando hay varias naves la central suele ser más alta que las laterales; en ocasiones, sobre las laterales hay una tribuna (galería sobre la nave lateral de un templo donde pueden alojarse los fieles o que, simplemente, podía servir de trastero o almacen ; las tribunas iban cubiertas con medias bóvedas de cañón, por lo que actuaban como arcos que trasladaban el peso de la bóveda central hacia el exterior, anticipando así la función de los arbotantes del período gótico). Orientadas al este, las puertas estarán en los lados oeste, norte y sur. El acceso principal suele ser el del lado oeste donde se desarrolla la fachada. Ésta presenta múltiples variantes, pero en algunas regiones y sobre todo en época avanzada consiste en dos torres que flanquean el cuerpo principal del edificio donde está la portada, que es abocinada, con arquivoltas, jambas, tímpano y parteluz.
En el interior, el espacio es claramente direccional potenciando la focalidad del altar. El exterior es fiel reflejo de la articulación interna del edificio, y los volúmenes son nítidos y puros. Además, podemos destacar el claro significado simbólico de la iglesia románica. Por tanto, estamos ante una arquitectura simbólica, que no busca la belleza formal o temporal per se, sino que quiere crear un universo de imágenes para atrapar a los cristianos en su ideal de Divinidad. Simbólicamente, la iglesia románica marca el espacio-camino para la salvación en tres ámbitos: el terrenal, el de transición y el divino.
El ámbito terrenal está formado por los tramos cuadrados de las naves longitudinales. El cuadrado era símbolo de la imperfección humana, pero estos tramos, como un caudal de agua, nos impulsan hacia el altar.
El segundo ámbito es el de transición y lo encontramos en el espacio común a la nave central y al crucero. La estructura circular sobre base cuadrada (en el crucero) señala la unión del mundo divino (el círculo, figura perfecta, sin principio ni final) con el terrenal (cuadrado humano).
Finalmente, el ámbito divino es el ábside semicircular, una forma perfecta que se asimila a la forma del cráneo humano. Aquí convergen todas las líneas estructurales del edificio, el final y el límite del camino. Además, el ábside, como está orientado hacia el este, será el primer espacio iluminado pero sólo al comenzar el día.
El monasterio (ver libro, pp.258-261). Es un conjunto de dependencias ordenadas en torno al claustro; además de la iglesia, podemos destacar: la sala capitular, el refectorio, la cocina, la botica, la biblioteca y las celdas.
El castillo, Los pueblos del siglo XII eran pequeñas agrupaciones de casas levantadas en muchas ocasiones en las cercanías de un castillo, de una sola calle y estrechos pasajes de separación entre las viviendas, y cuyos habitantes tenían en la iglesia el único lugar comunitario. En ellos las casas de los más potentados poseían patio, huerto y pozo, y las de los desheredados de la fortuna eran poco más que cabañas parecidas a los refugios de los pastores de montaña que aparte de dar cobijo a sus habitantes se utilizaban como almacén de herramientas y de granero. Los castillos, con sus enormes moles de piedra, fueron mansión de señores y guardianes de este tipo de poblaciones. La tipología arquitectónica que dio lugar al nacimiento del castillo románico fue la torre-vigía (donjon) de tradición prerrománica, cuya función era tanto defensiva como de habitación. Cualquier poblado, por pequeño que fuese, deseaba estar bajo la protección de esa torre generalmente de planta cuadrada o circular y más raramente de perímetro poligonal e incluso ovoide. A la torre-vigía, según la pujanza económica de la comunidad y del señor en cuestión, se le fueron añadiendo dependencias y muros de protección hasta convertirse en una verdadera ciudad, símbolo del poder civil y militar de la época. A pesar de la relevancia de los castillos en el tejido social de la época, su tipología no obedecía a modelos establecidos a priori, dependiendo ésta de innumerables condicionantes. Su extensión territorial no solía ser demasiado grande (de una a dos hectáreas), aunque los enclavados en recintos urbanos, como los de Weimar (Alemania) y Mont-Saint-Michel (Francia), ocupaban por lo común buena parte de los mismos. Sólo aquellos castillos que se levantaban en valles o en amplias planicies, como en su época la Torre de Londres o la fortaleza de Carcasona, respetaban plantas más o menos regulares (hexágono irregular en Londres, rectángulo casi perfecto en Carcasona), siendo lo más frecuente, sin embargo, que el perímetro e incluso las diversas construcciones se adaptasen a la orografía del terreno, integrándose, en ocasiones, el recinto amurallado en las protecciones rocosas naturales, tal como ocurre en los castillos de Loarre y Saône.
Como ya hemos mencionado, el estilo románico se desarrolla durante los siglos XI y XII, y a nivel estilístico se diferencian dos etapas. La primera se corresponde con lo que se ha denominado románico temprano o lombardo, que surge muy a principios del siglo XI en Lombardía, Italia. Se caracteriza por la utilización de un aparejo pequeño, poco regular; por la cubierta de madera en las naves reservando la bóveda para el ábside; por los arquillos ciegos y las bandas verticales, llamadas bandas lombardas o lesenas, como motivos decorativos del paramento de los muros; y por los campanarios exentos (Estas características las veremos claramente en la Península en el Románico Catalán- San Clemente de Tahull y Santa María de Tahull, en el valle leridano de Boí).
Luego, en los siglos XI y XII, se desarrolla el románico pleno, cuyas características hemos descrito más arriba, y que presenta variantes regionales importantes (Ver fotocopias - fichas 50 y 51- y diapositivas del powerpoint “Arquitectura románica europea”). Así, en Francia distinguimos escuelas como las de Normandía, Borgoña o Provenza; y hablamos también de un románico alemán, italiano, inglés o español. Incluso se establecen prototipos arquitectónicos que aparecen en distintas regiones o países con rasgos comunes gracias a los caminos de peregrinación, es el caso de las llamadas iglesias de peregrinación (ver ejemplos y características generales en el libro y en la ficha 51), que tanto en España como en Francia responden a unas mismas necesidades y características.
ARTES PLÁSTICAS ROMÁNICAS: ESCULTURA Y PINTURA.
El románico, frente a los estilos que anteriormente se desarrollaron en el occidente europeo, supone un resurgimiento de las artes plásticas.
Rasgos formales:
La ley del marco (ley de adaptación al marco arquitectónico). Es la acomodación de las escenas y personajes al lugar que ocupan dentro del ámbito del templo. En otras palabras, es el marco arquitectónico –muros lisos, bóvedas, ábsides, altares, tímpanos, capiteles- el que determina en última instancia la forma. Así, la subordinación al edificio es uno de los problemas de la plástica románica, y explica la ausencia de canon y la distorsión de las figuras (antinaturalismo). En la iglesia, la portada (y dentro de ella, el tímpano) es el principal foco de decoración escultórica, en el interior es el ábside el lugar preferente para la decoración pictórica. En los monasterios, las columnas del claustro son el principal soporte de la decoración (relieves que conforman los llamados capiteles historiados románicos).
Pero las artes plásticas poseen también un criterio de composición interna. Se denomina ley del esquema interior a la organización de las figuras y temas siguiendo un esquema geométrico (cuadrados, rombos, círculos), sometiéndose, por lo tanto, a un principio de abstracción que parece regir la totalidad de la obra. Así, por ejemplo, cuando tiene ante sí la libertad de un muro amplio, el artista distribuye la pintura en registros paralelos y los frontales y ábsides aparecen divididos por esquemas simples que permiten la distribución de la superficie en diversas escenas independientes. Al mismo tiempo, las figuras tienden también a formas geométricas.
El “horror vacui”. Es la tendencia de las artes plásticas a dejar la menor superficie vacía de imágenes que sea posible; y esta tendencia en el románico es evidente: las pinturas murales, relieves de portadas o capiteles y la pintura sobre tabla aparecen completamente cubiertas de figuras, como si el artista temiera dejar espacios vacíos.
Las figuras románicas son rígidas, planas, frontales, hieráticas y muy intelectualizadas. Se organizan en esquemas geométricos: triángulos, cuadrados, rombos. Son estereotipos en los que se potencia el mensaje religioso que nos transmiten y los valores expresivos, incluso a costa de la forma, de ahí muchas de las desproporciones y deformaciones que tienen. Así, partes muy elocuentes del cuerpo humano se exageran: los ojos, cabezas y manos suelen ser bastante grandes. En otras ocasiones se recurre a la deformidad y al feísmo, como en el caso de las representaciones de vicios y pecados; con ello se intenta conseguir que resulten repulsivos. Son, por tanto, figuras antinaturales y un tanto ingenuas. En el caso de la pintura, el antinaturalismo se lograba eliminando todo lo que es propio de una representación realista: el contraste luz-sombra y la sugerencia del volumen, la sensación de movimiento, el espacio y la idea de profundidad. Por tanto, las figuras se realizaban con un lenguaje convencional donde no tenía cabida la individualización de los personajes, mediante la representación de los rasgos esenciales del rostro o de los ropajes y el predominio de la caligrafía de la línea .
Escultura (técnicas). La talla de la piedra aún es plana, se recurre a la incisión aunque no es tan manifiesta como en etapas anteriores. Además de relieves hay escultura exenta o de bulto redondo hecha en distintos materiales, como piedra, madera o marfil. Frecuentemente iban policromados.
Pintura (técnicas). Es preferentemente pintura mural y al fresco, a veces con retoques al temple. Los colores son fuertes, mates y planos o poco matizados (sin mezclas). Son colores de una reducida gama que se centra en ocres, negros, rojos y, en menor medida, azules y verdes. La línea es muy importante, marca los contornos y las zonas interiores de las figuras ( las figuras suelen realizarse con pocos trazos y se enmarcan con una gruesa línea negra que, además, separa cada superficie cromática) . No hay volumen ni perspectiva, los fondos son generalmente planos y monocromos y son muy escasas las referencias al paisaje.
Hay también pintura sobre tabla (se suele emplear la técnica del temple), aunque es mucho más escasa. Decora principalmente frontales de altar o antipendios (tablas que cubren las partes frontal y lateral de la mesa de un altar). Buenos ejemplos de pintura sobre tabla los tenemos en Cataluña. Así, en el frontal de Santa María de Aviá (siglo XIII) encontramos todas las características del románico: líneas gruesas, grandes masas de colores puros, ausencia de perspectiva, despreocupación por la luz, figuras distribuidas en un mismo plano enmarcadas por un fondo monocromático, composición yuxtapuesta (figuras dispuestas unas al lado de otras), alargamiento del canon, predominio de la frontalidad, iconografía religiosa (en el compartimento central, la Virgen, enmarcada por un arco trilobulado, sostiene al Niño sobre sus rodillas. A los lados, se desarrollan diferentes escenas de la vida de María, relacionadas siempre con Jesús: la Anunciación y la Visitación, el nacimiento de Jesús –Natividad-, la adoración de los reyes –Epifanía- y la presentación de Jesús en el templo).
Con miniaturas (pintura a la aguada sobre pergamino o papel , hecha en pequeño tamaño) se iluminan biblias, evangeliarios, vidas de santos..., casi siempre son libros de gran formato, la ilustración destaca por su suntuosidad (los fondos de las escenas son generalmente planos y están hechos con pequeñas láminas de oro pegadas), y suele cubrir la página completa. En la Europa románica sobresalen dos escuelas de miniatura, la italiana (escuela de Montecassino) y la inglesa. La italiana está muy ligada al arte bizantino, mientras que la inglesa se caracteriza por una compleja decoración de las iniciales y el expresionismo de las representaciones.
FUNCIÓN DIDÁCTICA DE LAS ARTES PLÁSTICAS ROMÁNICAS
El contenido del tema es fundamental, la imagen se utiliza como medio de adoctrinamiento para una población analfabeta. Este didactismo de la imagen potenciado por el papa Gregorio VII y difundido por la orden de Cluny, entrará en crisis a causa del desarrollo de la orden del Cister. Sin embargo, a veces el significado no es comprensible para el pueblo, son símbolos y temas de carácter esotérico sólo conocidos por clérigos cultos; otras, su emplazamiento en lugares poco visibles, hace pensar que su finalidad sería sólo la de glorificar a Dios. Además están las escenas anecdóticas, más o menos triviales, emplazadas siempre en lugares secundarios.
ICONOGRAFÍA (TEMÁTICA)
Es muy importante, dada la función predominantemente didáctica que acabamos de apuntar: su contenido es religioso. Las fuentes más utilizadas son: el Apocalipsis de San Juan, el Antiguo Testamento (muy frecuentes son las visiones de Isaías y Ezequiel), los Evangelios, los Evangelios apócrifos, Menologios bizantinos (vidas de santos posteriormente recopiladas en la Leyenda Dorada), Bestiarios...
Temas: giran en torno a dos ideas principales, la de la teofanía o manifestación de la gloria de Cristo, y la idea de la salvación mediante la redención. De la primera surge la representación de Cristo en majestad como Juez Supremo, el denominado Pantocrátor, que aparece en su trono, sentado, acompañado por el Tetramorfos[1], enmarcado en una almendra mística o mandorla, y ensalzado por los 24 ancianos del Apocalipsis (los 12 profetas y los 12 apóstoles). Este tema, inspirado en el Apocalipsis de San Juan, es el predominante en el siglo XII. Suele representarse en los muros de los pies del templo para que el fiel, a la salida de la oración, tenga como última visión la condena divina en recordatorio de su acto de contrición ante el altar. También aparece en el tímpano de las portadas monumentales, para que el fiel lo contemple al acceder al interior del templo. A fines de este mismo siglo y siguiendo el evangelio de San Mateo, nos encontramos con un Cristo más humano, que muestra las llagas e instrumentos de la Pasión, y que aparece rodeado de ángeles y de santos. El tema se completa muchas veces con la resurrección de los muertos, el pesaje de las almas por el Arcángel San Miguel, el premio de los buenos (a la derecha) y el castigo de los condenados ( a la izquierda) que sufren los tormentos infernales. De la idea de la salvación surgen programas iconográficos complejos, que frecuentemente incluyen temas de la vida de Cristo y de la Virgen. Además, hay una temática profana: trabajos, costumbres, calendario agrícola, temas eróticos...
La escultura exenta (generalmente imágenes talladas en madera policromada, a base de colores planos y utilizando la técnica del temple) tiene dos temas básicos: el de Cristo crucificado (rígido, de cuatro clavos, inexpresivo, vivo, con ojos saltones y vestido) que pretende resaltar la divinidad de Cristo por encima del sufrimiento humano (como por ejemplo la Majestad Batlló del Museo Nacional de Arte de Cataluña); y el de la Virgen Theotokos (sedente, con el niño sobre las rodillas, totalmente frontal, sin que exista comunicación con la Madre). Es ésta una iconografía de origen claramente bizantino al igual que la del Pantocrátor.
La conquista por parte de la escultura de distintas partes y espacios de la iglesia es un proceso lento, de modo que hasta el último tercio del siglo XI no nos encontramos con la aparición de la portada monumental románica(ver libro, pp. 270-273).Además, la importancia de la escultura en el edificio no va a ser la misma en todos los países, tiene mayor relevancia en Francia (exceptuando Normandía) y en el norte de España.
La pintura, más endeble, se ha perdido en muchos casos. De los restos conocidos se han podido establecer dos tendencias principales: una ligada a la tradición carolingia (importante en la zona occidental de Francia) y otra, de tradición bizantina, que se extiende por el resto de Francia, Inglaterra, Italia y Cataluña (ver pinturas del ábside de San Clemente de Tahull, hoy en el MNAC).
[1] El tetramorfos tiene la doble significación de símbolos de los evangelistas y del pasaje inicial o la valoración de cada uno de los evangelios de los que son autores:
· El Ser Humano (muchas veces alado) es el símbolo de Mateo, pues su Evangelio se inicia con la genealogía de Cristo hombre.
· El León es el símbolo de Marcos, por ser compañero de Juan el Bautista, el Precursor, con cuya predicación da comienzo el segundo Evangelio.
· El Toro representa a Lucas, animal, de sacrificio ritual, por ser el tercer Evangelio donde mayor realce se da a la inmolación de Jesucristo.
· El Águila representa a Juan por su sobrenombre de “Águila de Patmos” y por los altos vuelos de sus visiones apocalípticas y teológicas.
sábado, 18 de abril de 2009
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